Objetos documentados, personas indocumentadas
17/12/2019 - 14:22
Sensibilización. Ariella Aïsha Azoulay, escritora e investigadora fotográfica, ofreció un taller y una visita guiada sobre su exposición en la Fundación Tàpies: “Errata”.
La Fundación Tàpies, en colaboración con el plan “Barcelona, ciudad refugio”, organizó un taller y una visita guiada a la exposición “Errata”, con el comisario de la exposición, Carles Guerra, y la propia autora, Ariella Aïsha Azoulay. El porqué de esta colaboración radica en el interés que mostró Azoulay, que visitó Barcelona el año pasado para impartir una conferencia, por conocer cómo se organiza la acogida en la ciudad que se quiere “ciudad refugio”. El tema del refugio y las personas desplazadas impregna toda la trayectoria de Azoulay, escritora e investigadora de la fotografía, como herramienta de construcción de la historia.
La muestra, que se puede ver en la Fundación Antoni Tàpies hasta el 12 de enero, consta de ocho proyectos que intentan revelar la intervención del imperialismo en la explicación de las realidades históricas. En palabras del comisario Carles Guerra, “se trata de ocho instalaciones visuales que desafían la hegemonía de las narrativas”. Y lo hacen mostrándonos fotografías y textos, que, al cuestionarse, nos abren a nuevas interpretaciones y reparan los errores o “erratas” que transmiten estas imágenes.
“Las vitrinas de los museos imperialistas están repletas de obras expoliadas por las potencias colonizadoras”
Tráfico de objetos vs. tráfico de personas
Uno de los proyectos expuestos, el filme In-documentados – Deshaciendo el saqueo imperial, quiere mostrar la asimetría entre la información que podemos llegar a obtener de los objetos saqueados de otras culturas y la que tenemos, o queremos tener, sobre las personas que llegan ahora de aquellas culturas, y recoge el testimonio de personas migradas y refugiadas.
Ariella Aïsha Azoulay dice que no descubre nada cuando explica que “las vitrinas de los museos imperialistas están repletas de obras expoliadas por las potencias colonizadoras, que, al mismo tiempo, están muy bien estudiadas, descritas y expuestas”. Contrapone a esta imagen de “documentación” de los objetos la de las personas que llegan de los mismos lugares que en su día fueron el origen de las obras expuestas. Estas personas acaban siendo indocumentadas por efecto de las leyes de migración que las mantienen en una situación jurídica en el límite, muy a menudo “sin papeles”.
El filme In-Documentados defiende la idea de que los derechos de estas personas están inscritos en los objetos que en algún momento habían sido suyos o de sus antecesores.
“Los poderes imperialistas se autodesignaron legitimados para elaborar la Declaración de los Derechos Humanos”
La Declaración de los Derechos Humanos, en cuestión
Prou! es el segundo proyecto de la exposición, lo podríamos describir como radical porque “toca” la base de los derechos humanos, y cuestiona lo que poca gente se ha atrevido a cuestionar: la legitimidad y, por lo tanto, la validez universal que se les atribuye, que les atribuimos.
Azoulay ha escogido de nuevo la comparación entre el discurso oficial de una exposición sobre los derechos humanos de los años cincuenta del siglo pasado, con fotografías y textos “correctos”, y la realidad de las protestas y reivindicaciones populares que se producían entonces y que eran consideradas como violencia. Las primeras imágenes son abstractas y no toman ninguna responsabilidad por las destrucciones coloniales que, de hecho, se seguían produciendo en aquel mismo momento. Las fotografías escogidas por Azoulay, en contraposición, muestran cómo las aspiraciones populares querían afirmar el poder como grupo y como protagonistas de los propios derechos.
Según afirma Azoulay, “los poderes imperialistas se autodesignaron legitimados para elaborar la Declaración de los Derechos Humanos, también para pueblos a los que seguían oprimiendo. Una Declaración que, además, protege la materialidad de la vida, frente a un sistema social y un modelo de vida basado en costumbres heterogéneas del compartir y autoorganizarse.”
La fotografía como herramienta imperialista
El elemento fotográfico es, por una parte, el material que permite a Azoulay mostrar estas contraposiciones, pero, también, tejer un discurso sobre la propia fotografía: la relación entre fotógrafos y fotografiados, sobre lo que está oculto (detalles obviados o contextos no explicados) en la imagen o sobre la inexistencia de determinados problemas por el simple hecho de que no hay imágenes que los ilustren.
Para el comisario Carles Guerra, la posición de Azoulay con respecto a la fotografía es que una imagen está formada por quien fotografía, quien es fotografiado y quien mira la fotografía, pero, también, por cómo se utiliza, por cómo está explicada a través del texto y por muchos otros factores que deben tenerse en cuenta a la hora de interpretarla.
Como ejemplo de fotografías no tomadas, Azoulay expone un hecho probado: los millares de violaciones de mujeres alemanas que se produjeron en Berlín al acabar la Segunda Guerra Mundial, y solo existen fotografías de edificios destrozados, no de vidas de mujeres. Realmente nuestro imaginario de esa época está poblado de imágenes de edificios, y muy poca gente es consciente del episodio brutal de las violaciones.
En definitiva, la exposición “Errata” nos pasea por las construcciones de realidades hechas desde la perspectiva de los poderes imperialistas, las destapa y las cuestiona de una en una, incluso reivindicando la reversibilidad. Porque, como dijo Ariella Aïsha Azoulay ante su obra: “We can dream about reversibility” (‘podemos soñar sobre la reversibilidad’). Sin duda, una muestra necesaria para reflexionar.