La ética de las imágenes: remover conciencias con conciencia
18/10/2019 - 16:40
- Imatge cedida per Ruido Photo
- Imatge cedida per RuidoPhoto
- Imatge cedida per Fotomovimiento
- Foto cedida per Fotomovimiento
- Imatge cedida per Càmeres i acció
Sensibilización. Las imágenes son primordiales para mostrar las crisis humanitarias. Nos preguntamos qué límites éticos deben ponerse.
Kim Manresa, fotoperiodista de referencia, dice que un buen reportaje debe tener un hilo conductor y no mostrar solo unas cuantas imágenes sangrientas aisladas. Esta también es la opinión de muchos y muchas otros fotoperiodistas que trabajan para ilustrar las injusticias humanas, huyendo del sensacionalismo y el amarillismo, para remover conciencias y provocar cambios. Un hilo, una historia, una realidad compleja detrás de una fotografía: eso es lo que tendría que transmitir cualquier imagen cuando se trata de mostrar los procesos de refugio, las migraciones, el tráfico de seres humanos, las guerras y los conflictos.
Sin embargo, nos preguntamos: ¿se pueden retratar estas realidades complejas, a veces tan duras, sin pasar por encima de la dignidad de las personas que las sufren y evitando mostrarlas en las situaciones que se quieren denunciar?
“Compartimos las contradicciones y decidimos si publicamos o no una foto”
Líneas rojas o decisiones compartidas
La Federación de ONG de Cataluña, Lafede, dedica gran parte del apartado sobre comunicación de su código ético al tema de las imágenes y establece una serie de pautas. Así, por ejemplo, recomienda tratar a todas las personas con el máximo respeto a su voluntad y dignidad o, incluso, evitar imágenes de relación desigual en el mundo o las que se puedan interpretar con paternalismo o superioridad. En el ámbito más general, el Código deontológico de la profesión periodística, en su artículo 9, también señala: “Dañar de manera injustificada la dignidad de los individuos de palabra o con imágenes, incluso más allá de su muerte, contraviene la ética periodística.”
El fotoperiodista Edu Ponces, de la Asociación Ruido Photo, cuestiona, sin embargo, el término dignidad, “este concepto es, como también el de la ética, muy subjetivo, y nosotros, más que poner etiquetas o tener unas normas o una lista de imágenes no publicables, lo que hacemos siempre es hablarlo, compartir con el colectivo las contradicciones que surgen cuando tenemos que decidir si publicamos o no una foto. Y decidir como colectivo. No tenemos líneas rojas.”
Laia Gómez, de la misma asociación, reafirma que no se tiene que juzgar una imagen por sí misma: “Se tiene que entender el contexto en que se ha tomado y en que se publicará. No es lo mismo que aparezca en un panel de una exposición, al lado de un texto que la explica, que ilustrando una noticia con un titular capcioso.”
Un ejemplo de ello es una foto que tomó Edu de una madre hondureña abrazada a su hijo muerto y que decidieron publicar: “Tuvimos dudas, pero al final decidimos que si aquello pasaba constantemente —adolescentes muriendo cada día— tenía que explicarse así. Si hubiera sido una situación puntual no lo habríamos hecho”, afirma el fotógrafo.
La decisión o el debate asambleario también es el sistema del que se han dotado otros colectivos como Càmares i Acció y Fotomovimiento. Ambos tienen espacios para compartir las preocupaciones y las dudas que se les presentan a la hora de decidir qué se publica y qué no, porque, como dice Mònica Parra, de Fotomovimiento: “Vivimos en constante contradicción, a veces decidimos no publicar imágenes, pensamos en las fotografías que no nos gustaría que nos tomaran a nosotros en esa situación, intentamos ponernos en la piel del otro, visualizarnos a nosotros allí.”
“Como en la mayoría de los casos que rodamos, no sacamos las cámaras hasta que nos sentimos cómodos y se genera un entorno de confianza bidireccional”
La complejidad en imágenes
David Fernández, de Càmeres i Acció y componente del colectivo NoBordersFilms, se dedica básicamente a producir material audiovisual como documentales, a priori se podría pensar que es más fácil explicar historias con material audiovisual que con fotografías. Sin embargo, para él, la clave no es el medio, sino cómo se aborda el relato. Explica que desde su punto de vista —y el de su colectivo— la manera de ser fieles a una realidad es adentrarse en ella, convivir y participar. Así, por ejemplo, en el último proyecto que tienen en curso con NoBordersFilms, un documental sobre el barrio de Chatila, en Beirut, han estado conviviendo con las personas que viven allí, refugiadas palestinas, “como en la mayoría de los casos que rodamos, no sacamos las cámaras hasta que nos sentimos cómodos y se genera un entorno de confianza bidireccional; eso puede pasar al cabo de 4 o 5 días o después de unas semanas. Después acordamos el qué y el cómo con las personas dispuestas a aparecer en él”. En eso coinciden también Ruido Photo y Fotomovimiento, sus proyectos se realizan con tiempo, en profundidad y, sobre todo, intentando mostrar la complejidad de la situación, para que “más allá del impacto emocional, podamos ofrecer herramientas o elementos para desarrollar el pensamiento reflexivo y construir una mirada crítica”, dice Laia Gómez.
Fotoactivismo y fotoperiodismo
Con el objetivo de construir esta visión crítica, el fotoperiodismo se convierte en fotoactivismo. El colectivo Fotomovimiento lo describe así: “La diferencia entre un fotoperiodista y un fotoactivista es que el primero llega a un lugar determinado y toma la fotografía, trabaja para vender sus imágenes. Los fotoactivistas, si queremos, nos quedamos, no dependemos de nadie, somos actores de los hechos, nos integramos y formamos parte de las protestas, nos posicionamos y tomamos nuestras propias decisiones.” ¿Pero qué ocurre cuando esta posición conduce al dilema sobre si intervenir y echar una mano a las personas con quienes se está conviviendo o tomar las fotos que podrán denunciar la situación?
“Acabas creando unas relaciones, a veces demasiado próximas, con gente a quien no podrás ayudar todo lo que querrías”
Falso dilema entre intervenir o tomar fotos
El caso de los campos de refugiados es paradigmático: cuando los y las profesionales de las imágenes llegan para fotografiar y poder denunciar la situación de las personas refugiadas, a menudo se encuentran con que hacen falta manos para ayudar en el día a día, montando tiendas o transportando comida y ropa.
David cree que las dos cosas van ligadas, precisamente porque se trata de integrarse de alguna manera, y echar una mano forma parte de la integración necesaria para poder hacer un relato preciso. Además, añade: “No se puede evitar.” Según Mònica, “llegar y poder ofrecer acompañamiento o asistencia es una de las cosas que nos hace ‘humanos’, pero también es el eslabón que nos puede hacer más daño, ya que acabas creando unas relaciones, a veces demasiado próximas, con gente a quien no podrás ayudar todo lo que querrías, y, volviendo al tema de la invasión de la intimidad, te hace dudar más. Yo estuve casi un año sin hacer fotos porque un día, mientras estaba en una tienda con una de las familias del campo de Idomeni, pasó una fotógrafa y nos tomó una foto. Allí me cuestioné nuestro papel, le di muchas vueltas durante mucho tiempo, al final he llegado a la conclusión de que se tienen que hacer las fotos para poder denunciar. Pero siempre sin olvidarnos del respeto al otro.”
Laia y Edu, de Ruido Photo, tienen claro que su tarea es mostrar al mundo las imágenes que pueden ayudar a despertar conciencias. Explican: “Desde la foto de Kevin Carter, del niño con el buitre detrás, parece que poder salvar a alguna persona esté a menudo en nuestras manos, y no es así. Por descontado tiene que ser antes la persona que la foto, pero el tema de los campos es más una ayuda como cooperantes, y aquí hay que ir con cuidado, porque las propias organizaciones de profesionales que trabajan sobre el terreno (Open Arms, Cruz Roja, etc.) avisan de que no se puede enviar voluntariado que no sea de personas profesionales para desarrollar las labores que hacen falta. Una cosa es ayudar a montar una tienda, pero según qué tareas logísticas o de apoyo psicológico las tienen que hacer profesionales.”
Cuestionar constantemente las imágenes
Desde los reportajes racistas del National Geographic (que han acabado reconociendo hace justo un año) hasta el debate y las contradicciones internas de los periodistas activistas hay toda una escala de grises en que se mueven ciertos periodistas, algunos con más cuidado, otros con más sensacionalismo. La necesidad de información inmediata y la existencia de un discurso dominante sobre fenómenos como la inmigración, la pobreza o los conflictos bélicos hacen que a menudo los grandes medios se queden con las imágenes que más impacto pueden tener, sin aplicar demasiados filtros éticos. Pero la aparición de nuevos medios alternativos, que huyen de los análisis rápidos y superficiales, abona el terreno para que la cuestión de la ética de las imágenes se ponga en el centro del debate.
Así, con respecto a esta web, Ciudad Refugio, siguiendo la necesidad de cubrir la realidad del refugio con una mirada crítica y cuidadosa, se utiliza el proyecto Sueños Refugiados para las fotografías de la página de inicio.
Imágenes de Ruido Photo, Fotomovimiento y Càmeres i Acció.