Exilios de ayer, exilios de hoy
17/12/2019 - 19:18
Sensibilización. Una obra de teatro, ‘Rastres-Argelers’, y un monólogo del refugiado sirio Ahmad Alhamso nos muestran los paralelismos entre el refugio de hace ochenta años y el de hoy.
Argelers, hoy: quedan pocos rastros de la historia de las personas refugiadas que pasaron meses o años en el campo improvisado en la playa, pocos rastros del exilio republicano que huía de las represalias del bando vencedor de la Guerra Civil Española. Grecia, hoy: siguen llegando personas que buscan refugio desde Siria, continúan las duras condiciones en los campos de refugiados.
En el marco del programa municipal Barcelona Distrito Cultural se pudo ver, en el Centro Cívico Vil·la Urània, la obra Rastres-Argelers, sobre el episodio del final de la guerra civil en que unas 465.000 personas vivieron amontonadas durante meses en la playa de Argelers, en el sur de Francia. Durante la segunda parte de la sesión, el actor Ahmad Alhamso, refugiado de la guerra siria, interpretó un monólogo escrito por él mismo sobre la experiencia en Nea Kavala, el campo de refugiados de Grecia donde vivió dos años hasta que vino a España.
La espera, el abandono
Se establece así un paralelismo entre la situación material y emocional de las dos vivencias, aunque han transcurrido ochenta años. El frío, el miedo y el hambre, pero, por encima de todo, la desesperación, la espera, la incertidumbre de no saber cuándo podrán salir, empezar una vida nueva y reencontrar a su familia. Tanto las protagonistas de la obra de teatro, Maria y Lola, como Ahmad hablan de la nostalgia de su vida anterior, de la tristeza de la espera en el campo y de los sueños de una vida futura digna. Ellas, en Argelers, en una playa de arena fría y a la intemperie; él, en una tienda de campaña básica, en un pequeño pueblo griego.
“Sentí la necesidad de dar voz a aquellos a quienes se les había robado la voz”
Memoria del exilio republicano
La directora y actriz de Rastres-Argelers, Aina Huguet, explica que leía el libro Los vencidos, de Xavier Benguerel, justamente en una zona de la Cataluña Norte próxima a Argelers cuando decidió crear una obra que recuperara la memoria de los millares de refugiados y refugiadas españoles, la mayoría catalanes, que sufrieron unas condiciones infrahumanas en aquella playa. Una playa sin recuerdos, sin memoria. “Sentí la necesidad de dar voz a aquellos a quienes se les había robado la voz”, explica.
La playa es el escenario principal de la pieza de teatro, en el que, a través del testimonio de las dos protagonistas, conocemos las situaciones de hambre, falta de higiene, frío, violaciones y agresiones por parte del ejército francés que muchas personas tuvieron que soportar durante cerca de dos años.
Para crear la obra, Aina Huguet se documentó básicamente con fuentes escritas, testimonios de personas que estuvieron en esa playa, y con los relatos de hijos, hijas, nietos y nietas que han podido conocer lo que vivieron sus ascendientes. El hilo dramático lo llevan dos mujeres, Maria y la Lola, interpretadas por la propia Aina Huguet y por Bàrbara Roig, que simbolizan la diferencia de orígenes, la diversidad dentro de un mismo exilio y la solidaridad, pero también los vínculos que se generaban en el campo, sin los cuales habría sido todavía más difícil sobrevivir. Huguet ha recogido asimismo las revueltas de la dignidad, como cuando el 14 de abril los exiliados y exiliadas sacaron las banderas de la república y soportaron los golpes y las agresiones de los carceleros hasta el final, o cuando se negaron a coger el pan que les lanzaban desde lejos, como a animales.
Ochenta años después, las cosas han cambiado poco
Esta imagen del pan volando también la vivió Ahmad en el campo de Nea Kavala en varias ocasiones: los militares griegos se divertían lanzándoles comida para ver cómo se peleaban.
Otro paralelismo que demuestra que no ha habido un progreso en la percepción del refugio como responsabilidad humanitaria es la criminalización de las personas exiliadas impulsada por la prensa y los poderes políticos de hace ochenta años y de hoy. La criminalización y la política del miedo al otro es una combinación perfecta para mantener controlada a la población.
El teatro como herramienta de sensibilización
Las dos expresiones dramáticas, la obra de teatro y el monólogo, tienen, según sus autores, un mismo objetivo: explicar la realidad del exilio para no olvidar y para que no se repita. Conocer lo que otros han vivido, como explica Ahmad, para que seamos conscientes de que nos puede pasar a todos, no importa si somos españoles, sirios, franceses o griegos: “Un día soy yo el refugiado, otro día puedes serlo tú”.
Este encuentro en el tiempo forma parte del circuito profesional Barcelona Distrito Cultural, que ya ha llegado a su sexta edición y que quiere acercar la cultura de calidad a los barrios. Los centros cívicos y otros espacios municipales de la ciudad presentan espectáculos culturales, talleres, charlas y cualquier propuesta que pueda hacer que los vecinos y vecinas de la ciudad sean agentes activos de la cultura.